domingo, 4 de julio de 2010

39 años sin Morrison

por Pablo Sieira
"Cancelen mi suscripción a la resurrección", dijo alguna vez James Douglas Morrison. Sin embargo, quienes hayan escuchado su voz al frente de The Doors, no hiceron caso a esa instrucción. Y es que, a 39 años de su muerte, Jim continua resucitando y cada vez que lo hace es tan contestatario, divertido y a la vez deprimente como lo fue antes de dejar este mundo a los 27 años. Sus letras, embebidas en drogas y alcohol e inmersas en la psicodelia de fines de los '60, son, sin embargo, mensajes de libertad y revelaciones de verdades crudas. Su imagen es la de un hombre polémico que gustaba de coquetear con los límites del bien, el mal, la vida y la muerte y de llevar su histrionismo a la exageración cuando pisaba un escenario. Su legado es el de vivir a pleno y ser políticamente incorrecto, conociendo las consecuencias. Por eso, desde ese trágico 3 de julio de 1971, siempre se lo recuerda. Porque las leyendas nunca mueren.

Ángel y demonio. Brillante y lunático. Morrison fue un hombre contradictorio y errático que llegó a la cúspide y desde allí pareció verlo todo con claridad. "Ellos no me quieren a mí, quieren mi muerte", dice el Jim Morrison que encarnó Val Kilmer en la película "The Doors", de Oliver Stone. Si bien es difícil comprobar que el talentoso front man haya pronunciado alguna vez esas palabras, no es tan complicado imaginarlo. Ese muchacho con coeficiente intelectual de 149 pudo observar el mundo desde otra perspectiva, una que lo asqueó. Por eso, desde los escenarios se atrevió a poner un espejo delante de la sociedad estadounidense y a remarcarle sus defectos e hipocresía. A la gente que se había fascinado con él en un principio esto no le gustó, pero de todas formas cuando el vocalista falleció le reconoció sus logros. Tal vez el personaje del film no estaba tan equivocado.
The Doors llegó a la escena musical de Los Ángeles en un momento en el que hacía falta osadía. Si bien desde Inglaterra llegaban vientos de cambio en las letras de grandes bandas como The Beatles y The Kinks, hacia finales de los '60 había en la juventud un sentimiento violento que respondía a la necesidad de un poco caos para escupir en el ojo del sistema que había engendrado la Guerra de Vietnam. Morrison representó todo eso desde el primer show que brindó junto al tecladista Ray Manzarek, el guitarrista Robbie Krieger y el baterista John Densmore. No por nada fue uno de los únicos músicos de esa época que recibió el respeto de los punk anarquistas que llegarían en la década siguiente.
Cuando Manzarek lo conoció en la universidad, ese muchacho tímido, introvertido y afecto a la poesía no parecía ser el show man en el que se convertiría después. Ya en las primeras presentaciones en el Wishky A Go Go, Morrison demostró que estaba destinado a enloquecer a miles de personas con su lírica provocativa, como la de la canción "The end", en la que plantea un escenario edípico con el polémico pasaje "father I want to kill you, mother I want to fuck you". Lo que pocos sabían por ese entonces es que esa frase expresaba, además, el resentemiento que sentía por su madre y, sobre todo, por su padre, el rígido almirante Steve Morrison. Por otra parte, ese tema fue el que convenció al productor Paul Rothcild para ofrecerle a la banda un contrato con Elektra Records.
Morrison tenía todo un concierto en su cabeza. Había escrito poesía desde muy pequeño y algunas canciones, por lo que la grabación del primer dico de The Doors, que llevó el nombre de la banda, no duró mas de una semana. Además de "The End", se destacaron temas como "Break on trough", "Back door man" y "Light my fire". Éste última canción, escrita por Krieger, les valió una fama que ya nunca perderían. Era 1967 y Jim Morrison ya era una estrella, un sex symbol y un joven ansioso por probar todos lo placeres que la fama le brindaría, aún a costa de su propia vida.
La bohemia de Morrison era tal, que el único trabajo pago que tuvo en su vida fue el de vocalista de la banda. Además, nunca ocultó su deseo de convertirse, con el tiempo, en un cantante de blues que viviera tirado, sin hacer nada, dejándose crecer la barba y la panza. En este sentido, no estuvo tan lejos, ya que su aspecto con el correr de los años fue tomando esa forma, producto de la dejadéz a la que lo llevaron los problemas legales y personales. Sí, como todas las estrellas, tuvo roces con la ley, pero lo de Morrison fue distinto. El 1 de marzo de 1967, ya con el segundo disco en la calle, titulado "Strange Days", The Doors ofreció un concierto en New Heaven que pasó a la historia por constituir la primera vez que un músico fue arrestado en escena. Dos policías lo arrancaron del escenario luego de que el vocalista provocara a uno de ellos, con el que había tenido una gresca tras bastidores.
La actitud provocadora del músico hizo que casi todos los recitales de The Doors tuvieran una intimidante presencia policial y muchas veces fueron cancelados cuando recién promediaban. Pero el incidente más grave ocurrió el 7 de febrero de 1969, durante un recital en la ciudad de Miami. Allí, un Morrison panzón y barbudo, con su alcoholismo al punto máximo, comenzó a discutir con su público, al que tildó de "banda de esclavos". El músico demostró de esta manera su hartazgo de que la gente sólo lo admirara por sus excesos y no por su arte y de que su imagen de sex symbol adornara las portadas de revistas adolescentes. Luego de la provocación, el cantante les mostró su miembro y todo se fue al diablo. La policia invadió el escenario en medio de un caos que dominó todo el lugar, ocasionado por las incitaciones del Rey Lagarto: "¡No hay reglas, no hay límites, vengan, suban al escenario y muestrenmé su amor!". Mas tarde, Morrison explicó "estaba tanteando lo límites de la realidad".
La personalidad controversial y border de Jim Morrison hizo que la banda fuera prohibida en varios estados. Mucha gente comenzó a darle la espalda, cansada de las provocaciones, de que los recitales fueran cancelados y de que el vocalista apenas pudiera mantenerse en pie en algunos de ellos. Los excesos de Morrison fueron tan lejos que la banda ni siquiera fue invitada a Woodstock, a pesar de haber sido importantes exponentes de la escena rock, que competian en popularidad con los Beatles o los Rolling Stones. A esto se le sumó el hecho de que los discos "Waiting for the sun" (1968) y "The soft parade" (1969), no respondían a lo que el público esperaba de The Doors. La crítica especializada los acribilló por eso y comenzó a anunciar la muerte de la banda.
El periodismo no estaba tan alejado de la realidad en este aspecto, porque los problemas entre Morrison y sus compañeros iban cada vez más lejos. El abuso de drogas y alcohol por parte del vocalista lo hacía ausentarse de las grabaciones y discutir airadamente con Manzarek, Krieger y especialmente con Densmore. De hecho, "The soft..." fue grabado casi por separado entre Morrison y el resto de la banda y debió ser sometido a un arduo trabajo de edición para que no se notara tanto el deterioro vocal del cantante. No obstante, los dos discos tienen piezas musicales muy valiosas como "The unknow soldier", "Five to one", "Hello, I love you", "Love Street", "Wild child", "Tell all the people" y "Shaman blues", entre otras.
Jim Morrison es capaz de ponerle la piel de gallina a cualquiera que escuche las mutaciones entre su voz de ángel y los alaridos demoníacos con los que quiebra la quietud de cementerio que exponen algunas de sus canciones. Ese era, sin dudas, el verdadero talento del vocalista, esa habilidad para impactar al oyente, atributo que al día de hoy se mantiene indemne. Las atmósferas que generan sus temas van desde la oscuridad a la exaltacion psicodélica pero sin dejar de lado atisbos de música flamenca y blues. Éste último genero dominó a la banda casi por completo en sus últimos dos trabajos, "Morrison Hotel" y "L.A Woman". Alejado ya de las maratones sexuales que protagonizó a pesar de haber estado de novio con Pamela Courson, su inseparable compañera, el vocalista prefirió concentrarse en hacer buena música y sólo eso, lo cual se vio reflejado en estos dos discos. Fue todo un logro si se tiene en cuenta que, a esa altura, los miembros de la banda casi no se dirigían la palabra entre sí.
Tal vez para retrasar la condena de dos años de prisión por exhibicionismo en Miami, Morrison viajo en 1971 a París para radicarse allí junto a Pam. Se despidió de la banda en buenos términos apenas terminaron de grabar "L.A Woman", con la tranquilidad de haber hecho un buen disco. Sin embargo, el cantante nunca llegó a ver el álbum en las bateas de las disquerias. El 3 de julio de 1971, su novia encontró la puerta del baño cerrada con llave desde adentro. Se asustó y llamó a tres amigos que tuvieron que romper la entrada. Lo joven ingresó al baño y allí encontró al mítico líder de The Doors sin vida en la bañera, semi sumergido, recién afeitado y, según la leyenda, con un leve sonrisa en el rostro. Las únicas personas que vieron el cadaver, sin embargo, fueron ella y el médico francés Max Vasille, quien hasta el día de hoy se niega a dar entrevistas sobre el tema. Ni la familia ni los compañeros de Morrison puedieron ver sus restos mortales. La versión oficial de Vasille indica que falleció por un paro cardíaco. Sus restos fueron enterrados en el cementerio parisimo Père-Lachaise, a donde miles de personas peregrinan en cada aniversario de su abandono terrenal.
Ese día de julio, el cantante murió y nació la leyenda. Como era de esperar, muchos alegaron haber visto al llamado "Rey Lagarto" luego de su deceso. Incluso se dijo que una persona que vestía como él y alegaba ser él sacaba dinero con cheques a su nombre. A esto se le agrega las sospechas que desencadena la reticencia del doctor Vasille a hablar del tema, el hecho de que la noticia sobre su muerte se diera a conocer tres dias después, la falta de una autopsia, el hecho de que durante el funeral, Densmore habria exlamado: "¡la tumba es muy corta!". Manzarek contó hace pocos años que Morrison le hizo un comentario sobre la posibilidad de fingir su muerte pero que él no le prestó atención. Tal vez sea sólo una estrategia de mercadeo para alimentar el mirto. Tal vez no.
Lo cierto es que el virtuoso tecladista también afirmó: "Si existe un tipo capaz de escenificar su propia muerte, creando un certificado de defunción ridículo, pagando a un doctor francés,  poniendo un saco de ciento cincuenta libras dentro del ataúd y desaparecer a alguna parte de este planeta - África, quien sabe – ese tipo es Jim Morrison. Él sí sería capaz de llevar todo esto a buen puerto”. ¿No hay muchos detalles en esta declaración como para tratarse de una simple hipótesis? El misterio sobre la muerte de Jim Morrison quedará para siempre flotando en el aire, junto al espíritu eterno del Rey Lagarto.
Debido a sus andanzas sexuales -en las que participaron la cantante Nico (Velvet Underground) y la periodista Patricia Kennealy, entre otras- acompañadas por cócteles de LSD, cocaína, marihuana y peyote, sumadas a la locura que podía desencadenar en su público en cada presentación de The Doors, muchos compararon a Morrison con Dionisio, dios griego que representa los excesos, aunque él prefería verse a sí mismo como un chamán, el médico brujo de la tribu. De hecho, una vez contó que cuando era pequeño presenció un accidente de tránsito en el que murieron varios indios y el alma de uno de ellos lo había poseído. Esta creencia fue reflejada en el tema "Peace Frog", aunque las referencias a las culturas indígenas se encuentran en varias canciones del repertorio de la banda.
Como sea, hay algo de divino en la figura del mítico cantante. La forma en que transmitía su arte -canciones y poemas- la teatralizacion en el escenario y las provocaciones a reaccionar contra todo lo establecido lo convierten en una figura única capaz de generar una fascinación que pocos front man exitosos han despertado en sus fans.
Abandono en este punto la regla periodística que prohibe hablar en primera persona para contar una anécdota. Una vez un amigo me dijo que "Jim Morrison es un tipo que se murió en cuatro años, sólo eso le tomó". Es una verdad cruda que muestra cómo vivió el cantante durante su corta carrera. El epitafio de Morrison es una frase escrita en griego antiguo: "Kata ton daimona eaytoy". Esta frase tiene dos traducciones posibles, una es "Al espíritu divino que llevaba en su interior" y la otra es "Cada uno es dueño de los demonios que lleva dentro". Ambas lo describen a la perfección: divino y diabólico. Esa dualidad lo llevó por el camino de los excesos a una velocidad tal, que le tomo menos de un lustro morirse. ¿Por qué quebré la sagrada norma periodística? Porque Morrison también lo hubiera hecho y para rendirle homenaje es necesario trascender algunos cánones y violar algunas leyes. Gloria eterna al Rey Lagarto.

2 comentarios:

  1. Las escamas de tu musica corren por mis venas y doy gracias a la vida poder escuchar tu vos y leer tus poemas que son y seran inmensos. Gracias Jim por haber existido y regalarnos toda tu magia.
    Vida eterna al rey, el unico e indiscutido soberano de la musica.
    Muy buena la nota te pasaste.
    Nico

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  2. Eso, creo. No creo en Dios pero sí creo en Morrison, ja. Qué decir que no hayas dicho. Impecable nota. Como él la merecía. Gracias por haberme llevado a él... tenés gran parte de la culpa de mi adicción doorsiana.

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