por Natalia Arenas
Las últimas novedades sobre Gustavo Cerati se divulgaron en los medios hace poco más de 10 días. Para los miles de fanáticos del ex líder de Soda Stereo, estar a la espera de nuevas noticias se torna insoportable, molesto y acaso desalentador. Sin embargo, lo verdaderamente nuevo es el silencio, si se tiene en cuenta que en estos tiempos los medios de comunicación tomaron la triste costumbre de lanzar conjeturas salidas de quién sabe dónde y datos mal chequeados o ni siquiera eso. Por eso, tal vez, la quietud sea un buen augurio.
Con gusto a poco, la última ¿noticia? recayó en los “buenos cuidados” que está recibiendo Cerati y la creencia (por parte de familiares y allegados) de que los deseos auspiciosos y la energía positiva de la gente ayudarán a una pronta mejoría del ex Soda. Lo curioso, quizás, es que en ninguna línea pudo leerse algo referido al estado de salud real del músico. Y es que más allá de las informaciones escuetas pero optimistas y el pedido de no hacer lugar a rumores malintencionados, el comunicado no decía si Cerati está estable, mejor o peor. Y 13 días después, nada.
Insertos en un aparente cono del silencio, los medios de comunicación no comunican. Y los rumores, las especulaciones y comentarios se reproducen en otros ámbitos: en la oficina, en un cumpleaños, en un bar, en la calle. Pero en los medios, nada. Los fans se consuelan con escribir en alguna red social y dejar allí sus mensajes de aliento. Algunos se animan a preguntar si “se sabe algo”, pero son los menos. Más silencio.
El silencio genera dudas, desconcierto e incertidumbre. Pero no está mal. Desde hace años, la irresponsabilidad de algunos medios y periodistas se adueñó de una profesión que debería llevar la bandera de exactamente lo contrario: la responsabilidad. Y quizá los ejemplos más notorios no vengan desde las secciones de Política.
Que los intocables medios de comunicación se llamen al silencio en épocas en que la falta de credibilidad los alcanza cada vez más, no está mal. Que el respeto sea más fuerte que la primicia, no es poca cosa. Que la espectacularización de situaciones privadas y a veces trágicas se haya tomado un descanso, es digno de destacar. Y, por qué no, de aplaudir.
Cómo sigue Cerati, no se sabe. Y, aparentemente, sus allegados no tienen (por ahora) la intención de que se sepa. A los demás, sólo nos queda aceptarlo. A los religiosos, rezar. A los otros, sólo esperar. Después de todo, ya lo dijo hace tiempo el protagonista de esta historia: “Tarda en llegar y al final, al final… hay recompensa”.
que buen blog!!!!!!!!!
ResponderEliminarfelicitaciones
Muy buena nota... Comentario obvio sabiendo quien la escribe. Felicitaciones!
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