jueves, 15 de julio de 2010

"Pills 'n' Thrills and Bellayaches": la mejor locura de los Happy Mondays

por Santiago Pérez Chiconi
Los Happy Mondays se consagraron a finales de los ‘80 como unos de los líderes de la movida de “MADchester” (juego de palabras entre “locura” y su ciudad de origen) que había dominado al rock independiente británico de aquellos años, antes de que se convirtiera en el éxito mundial del “brit pop”. Liderados por el descontrolado cantante Shaun Ryder, fueron la banda que mejor conjugó el rock y la música bailable, en medio del auge de la cultura rave, recordada por haber introducido el ritmo del acid house y las pastillas de éxtasis en las discotecas. Su tercer disco, “Pills 'n' Thrills and Bellyaches” (1990), encontró a los Mondays en boca de toda la prensa especializada por sus llamativas actuaciones en vivo y el excesivo consumo de sustancias ilegales por parte sus integrantes.

Para sumar aún más excentricidad y locura a la situación, la banda también había adoptado como nuevo miembro estable a un fan cuya única función era bailar sobre el escenario con cara de desquiciado mientras revoleaba unas maracas. La insólita presencia de aquel lunático que respondía al apodo de “Bez” no hizo más que atraer como un imán al público y potenciar los comentarios sobre el grupo. En medio de esa situación, la banda concibió esta placa, su disco más recordado, que se iniciaba con la exitosa “Kinky Afro” y su estribillo tomado prestado de la clásica “Lady Marmalade”, que inevitablemente obliga a mover alguna parte del cuerpo para seguir el adictivo ritmo. En la genial “God’s Cop”, Ryder seguía estirando como chicle cada sílaba, mientras que en la mitad del tema irrumpía un simple y atractivo riff de sintetizador que se prolongaba hasta el final.
Las líneas de bajo y teclado se destacaban en “Donovan”, mientras que "Grandbag's Funeral" era otro de los puntos más altos de la placa. “Loose Fit” tenía un hermoso punteo de guitarra en la intro, hasta que asomaba una clama voz de Ryder, alcanzando su clímax en el estribillo cantado a dúo con Rowetta, la morena corista de la banda. El nivel se mantenía con "Dennis And Lois"" y para casi el final del disco quedaba otro de los temas que más sobresalieron, “Step On”, donde otra vez el teclado de la intro y la base rítmica nos envuelven por completo, del mismo modo que su progresivo estribillo.
“Es música de baile y música rock, tiene ese algo…ese sonido de guitarra indie y tiene esa clase de "whacka-whacka". Es soul y rockero. Tiene la crudeza del rock y tiene el sentimiento del soul”, describía con pasión la música de los Mondays su descubridor, el periodista y dueño del sello independiente Factory Records, Tony Wilson.
Sin embargo la aventura de los amigos drogones y fiesteros irremediablemente iba a terminar mal. Confiado por el éxito que les había dado “Pills 'n' Thrills and Bellyaches” y convencido de que el disco siguiente de los Mondays iba a ser la consagración definitiva del grupo, Wilson se endeudó hasta casi perder su propia casa para financiar con sucesivos adelantos la producción del nuevo material. Pero la banda gastó todo ese dinero para comprar drogas e irse de vacaciones a Las Bahamas. A su regreso, los Mondays entregaron las cintas de lo que debía ser el nuevo disco, pero lo único que se escuchaba allí eran bases rítmicas sin ninguna letra, ni melodía. Ryder exigió a Wilson que para presentarle los temas completos tenía que abonarle previamente otra suma más de dinero. Pese a la resistencia inicial, el cantante terminó de convencerlo tras amenazarlo con un arma de fuego en un bar. Aquellas canciones habían sido concebidas por cerebros a esa altura totalmente “quemados” y terminaron conformando el decepcionante “Yes Please!” (1992), que significó la quiebra de Factory y el final de los Happy Mondays
Pese a todo, “Pills 'n' Thrills…” fue el mejor testimonio de aquella época de gloria, en la que Ryder y sus amigos se encontraban en la cresta de la ola, creyendo que los días de juerga serían eternos.

Foto 2: citylife.co.uk

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