por Pablo Sieira

En tiempos en los que usar patillas y jopo era llevar el pelo largo y mover la pelvis al bailar era considerado un acto de obsenidad casi pornográfico, Elvis simbolizó la rebeldía. Sus primeras presentaciones en vivo y en shows de televisión eran el terror de los padres de adolescentes que repudiaban el baile desenfrenado y las letras con supuestas insinuaciones sexuales, como "Shake, rattle & roll". Para ellos, ese muchacho era un mal educado, un pervertido, un pésimo ejemplo para la juventud estadounidense. Pero sus hijos lo admiraban por su desenfreno sobre el escenario y su desdén hacia las críticas de los adultos que lo querían hacer desaparecer de cualquier espectáculo. Ni hablar de los ratones en las cabezas de millones de colegialas gritonas y hormonalmente desatadas.
No estaría tan alejado de la realidad quien piense que Presley era a su época lo que los Backstreet Boys fueron a la década de 1990. La diferencia entre uno y otros está claramente marcada en la frase de Lennon. El paso de la nada al inmenso reino del rock & roll tuvo mucho que ver con que, desde pequeño, Elvis sintió que tenía algo especial. Era la sensación que le había dejado el hecho de ser el sobreviviente de un parto de mellizos, aquel que tuvo la suerte con la que no contó su hermano Aaron, a quien El Rey debe su segundo nombre. Sin embargo, el chico nacido en Tupelo, Mississippi, el 8 de enero de 1935 y criado en Memphis, Tenesse, nunca había dado la imagen de rebelde que lo acompañaría en el inicio de su carrera. Casi podría haberse dicho que era un "nene de mamá", debido a la devoción que tenía por su madre, Gladys Presley. No obstante, este fuerte vínculo con su progenitora tuvo mucho que ver con el nacimiento de la leyenda.

Elvis no destacó por su talento como compositor, de hecho, de los cientos de temas que grabó sólo colaboró en la creación de unos pocos clásicos como "Don't be cruel", "Love me tender" y "Heartbreak Hotel". Este último blues sensual y pegadizo lo eyectó al plano nacional como nuevo ídolo adolescente. Fue el primer single que grabó para la discográfica RCA, a donde lo llevó su nuevo manager, el "coronel" Tom Parker, un personaje oscuro que inmediatamente vio al muchacho como una máquina de hacer dinero. El éxito del primer sencillo con el nuevo sello fue acompañado por otros éxitos como los otros dos ya mencionados y el inmortal "Jailhouse rock".
El Rey grabó 75 álbumes a lo largo de carrera, entre los que se incluyen 22 bandas sonoras de sus películas, esos filmes que estaban muy lejos de cumplir con la promesa de Parker de convertir a Elvis en una estrella de cine. Ése era el mayor anhelo (jamás cumplido) del joven que firmó contrato con el "coronel" a cambio de 35 mil dólares y un Cadillac. No obstante, los discos se vendían en cantidades impensadas para la época, lo que le permitió al manager seguir contando ceros y a Elvis comprarse una mansión en Memphis, la legendaria "Graceland", donde actualmente funciona el museo dedicado al artista.
La falta de composición propia fue compensada con el magnetismo del showman y su monumental capacidad interpretativa como cantante. Esto fue lo que lo convirtió, con el correr del tiempo, en un hombre admirado, respetado y, consecuentemente, molestamente caprichoso. Y es que de la noche a la mañana Elvis pasó a ser un ídolo mundial al nivel de Maradona: no conocía límites para sus demandas y, para su séquito -conocido como "la mafia de Memphis- su capricho era ley.

El Rey continuó filmando películas que lo disgustaban, cada una con su respectiva álbum, hasta que se le plantó a Tom Parker y el "coronel" accedió a retirarlo de Hollywood. En 1968 Elvis volvió a pisar un escenario y marcó su regreso definitivo al mundo del rock&roll. El show fue grabado para su posterior emisión televisiva, donde podía verse a un Elvis Presley más adulto pero todavía seductor, vestido con un impecable traje de cuero y cargando una guitarra acústica que luego cambió por una eléctrica. Allí repasó sus éxitos más rockeros, como "Jailhouse rock", "Blue Suede Shoes" y "Hound dog".
El productor del show, Steve Blinder, observó que El Rey todavía conservaba una chispa que podría conducirlo de vuelta a la cúspide. Los Beatles habían sabido adaptarse a los nuevos tiempos que corrían, haciendo mutar su música bailable a letras profundas y ritmos más elaborados y, para perpetuarse en su trono, Elvis debía hacer lo mismo. Si bien Presley creía que seguía siendo lo máximo, el productor le hizo ver que, para el nuevo público rocker, comprometido social y políticamente, era un desconocido. Bajo la tutela de Blinder, el artista grabó "If i can dream", una bella canción a tono con el espíritu de la época. A Elvis le gustó la onda y el productor lo convenció de realizar una gira por Oriente pero, rápido de reflejos, Tom Parker le puso fin a ese sueño. Luego de echarle en cara supuestas deudas y recordarle que él manejaba sus finanzas, el "coronel" retuvo a su máquina registradora cantante. En ese punto comenzó la seguidilla de recitales en Las Vegas, el inmortal look de los trajes coloridos de cuellos altos y capas, y la progresiva caída del monarca.

No faltaron historias acerca de la posibilidad de que el legendario showman hubiera fingido su muerte e incluso hay muchos elementos probados que indican que las circunstancias de su fallecimiento fueron, como mínimo, sospechosas. Pero la realidad es que ese día de 1977 Elvis estremeció al mundo por última vez y se marchó al Partenón de los más grandes artistas. Todos los 16 de agosto, miles de personas peregrinan a Graceland para recordar a su ídolo. Desde hace 33 años, en ese fecha, muchos recuerdan con nostalgia la frase que un locutor en off pronunciaba al final de cada recital del Rey: "Elvis ha abandonado el edificio". Aunque los más devotos creen que eso jamás ocurrió ni ocurrirá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Y vos qué creés?