por Pablo Sieira
Los sonidos acústicos, los arreglos vocales impecables y el ritmo que obliga un movimiento corporal. El segundo disco de Onda Vaga, "Espíritu Salvaje", deja todo eso en su lugar. La banda bonaerense de mayor crecimiento en los últimos dos años no alteró el estilo que le imprimió a su placa debut, "Fuerte y Caliente" (2008). Por el contrario, lo reforzó, porque la fórmula funcionó entonces. Y ciertamente funciona ahora.
El título de esta nueva placa resume su contenido. Lo salvaje está presente desde el primero hasta el último de los 19 temas, en el ritmo de canciones como "Así" y en las letras con referencias -a veces sutiles y otras acentuadas- a la naturaleza. Las sierras, las flores, el viento, el fuego, el mar, son algunos de los elementos que se repiten en varios tracks. Lo silvestre aparece en algunas ocasiones camuflado en el sentido de una frase, tal el caso de "La pipa de la paz", donde el coro reza: "Hoy que nos llueven flores, algunas podemos fumar".
En "Espíritu Salvaje" hay una canción en particular que puede dar muestra del crecimiento creativo de Onda Vaga. Se trata de "La menor", una descripción perfecta de una percepción que casi todo músico tiene o ha tenido al tocar el acorde la menor: un sonido que inspira pena, derrota, tristeza y demás fealdades. A este logro poético se le agrega la particularidad de la composición, donde el coro recita "qué me querés decir la menor" mientras se acompaña por ese acorde y luego, cuando afirma "ya sé que la séptima es igual de buena", las voces y las cuerdas pasan al tono la séptima, con una sincronía perfecta. Este intento de disección músico-semiótica que corre el riesgo de parecer delirante es, claro está, sólo una forma de impresionar la madurez de la banda.
El trabajo de las voces sigue siendo excelente. Basta con escuchar "La muerte canta" para comprobarlo y, de pasada, maravillarse con su poesía. "Una imagen parece llegar hasta mí, en mi sueño la muerte canta, sabe que no puedo resistir mi deseo de felicidad, te deseo la felicidad", suena en esta pieza sublime que cierra el disco.
Otro punto destacable en "Espíritu Salvaje" son las aventuras instrumentales a las que se anima Onda Vaga y el ejemplo es "Continente de Perlas", una suerte de charleston con matices de country en las cuerdas. En estos casos también vale nombrar el leve dejo de blues en la guitarra de "Lolita". La cosa se pone más filosófica en "Infinito", un bolero que trae algunos aires cubanos en la percusión. Mientras, "Jovens" recuerda a "Cartagena", de su disco anterior, y parece ofrecer un paseo por esa sensación de invencibilidad tan típica del sentimiento de juventud.
Un nuevo álbum, un nuevo logro. Onda Vaga continúa en franco ascenso en la escena musical y trabajos como "Espíritu Salvaje" hacen que lo merezca. Demuestran que lo merece. Y ya.
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